viernes, 23 de noviembre de 2012

Cuartetos 22/11/2012

Música

Es Música quien recorre el vestido
de la piel desnuda en la madrugada.
Da Música una canción olvidada
de acordes sin rejas en el oído.

Regala Música un combate al ruido
que intenta dejar la mano callada.
Llega Música, alcanza la cara
y la debilidad se hace sonido.

-.Saúl Subías.-

domingo, 5 de agosto de 2012

¡Qué Chavela!

Qué muchacha,
qué chamana,
qué lazo de hiedra contra el olvido...
Qué descaro,
qué pagana,
¿volverá a la nube de la que vino?

Qué cretino,
qué amorino,
qué carcajada aunque lágrima pida...
Qué maldita,
qué paliza,
¿no es injusto el darte una sola vida?

Qué perdida,
qué tequila,
qué llorona de balacera y tiros...
Qué descenso,
qué apogeo,
¿repito que confieso que he bebido?

Qué mal dicha,
qué mentira
que se haya estrellado un poncho en Morelos...
qué blasfemia,
qué bohemia,
¿al fin tendrá ahora un nuevo dios el cielo?


Saúl Subías

viernes, 1 de junio de 2012

Fragmento


[...]

El sargento se adelantó; desenfundó una pistola y asomándose a la ventanilla de atrás, abierta, apuntó al interior y gritó:
-¡Alto en nombre de…! ¡La puta de oros…!
La escena que se encontró fue la de dos jóvenes de distinto sexo, desnudos y apilados.  Al verle, estos se pusieron la poca ropa que tenían alrededor por encima.
-¡Salid del coche! –dijo Hernández, a lo que obedecieron sin rechistar y lo más rápido que pudieron, dejando la mitad de la ropa dentro del coche, de tal modo que él solo pudo cubrirse con una zapatilla, y ella con una camiseta que daba más a enseñar que a ocultar.
-¿Los matamos?- dijo Marcial, ignorado totalmente por el grupo.
-¡Nombre y bando!- dijo el sargento, a lo que el chico respondió asustado:
-Johnny… ¡Jonathan! Jonathan, señor, Jonathan Marzo Sierra.  ¿Nos van a matar?
Y Marcial: -¿Los matamos?
Y el sargento: -¡Que aquí no se mata a nadie! A ver, –dijo refiriéndose al joven- ¿Qué cojones hacéis aquí? Ya ha sonado el toque de queda.
Y respondió: -Verá Capitán…
-¡Sargento! –Corrigió molesto Hernández.
-Verá Sargento, mis padres pidieron permiso para un viaje este fin de semana, y como tengo la casa libre, pues aproveché para quedar con Cristina.
-¡Marta, imbécil! –dijo la chica que, de asustada, pasó a mirar con odio a Jonathan, el cual no se inmutó y siguió hablando.
-Solo lo pasábamos bien un rato…
Entonces intervino Nicolás:
-Pero si tenías la casa vacía, ¿a qué fin te vienes al coche?
Todos se quedaron callados, y el joven, pensativo, mirando al infinito y con cara de bobo respondió:
-Pues verá usted, es que yo no suelo pensar demasiado.  En el bolsillo de los pantalones tengo mi carnet.
El sargento Hernández hizo una seña a Marcial y este rebuscó entre la ropa del muchacho.  Encontró dos preservativos que guardó en su propio bolsillo y un trozo de papel doblado y arrugado con las siglas del “Conjuntoh Alelao Nacionalista Imbesil”.  Se lo dio, pues Marcial no sabía leer ya que, al igual que no bastaba una vida para que una sola persona tirase abajo a picazos una montaña, tampoco bastaba para que alguien pudiese enseñar a leer a semejante carnuzo sin cerebro.  Con eso, y con que no lo demandaba, así permanecería ya hasta el final de sus días.
-Todo en orden, tiene razón.  Poneos la ropa y volved a lo que estabais haciendo ahí dentro.
-¿Con ropa?- preguntó el chico.
-¿Lo matamos?

[...]

Fragmento
Saúl Subías.-

martes, 6 de marzo de 2012

Nada-todo

La Tiña del Tiempo

¿Buscas algo más allá de tu vida,
más allá de tu presente? ¿Más lejos
de donde alcanzan tus dedos de viejo
modelo, que venden su alma al que pida
primero ver su mañana al espejo?

Es invisible el tiempo,
como la enfermedad
a nuestros ojos ciegos;
la vida en la ciudad.

El tiempo es de la vida,
es de ella el alter ego.

Saúl Subías Rodríguez.-

martes, 14 de febrero de 2012

Al día de San Valentín

Humor de malamorados

Mi primer amor en San Valentín
era la chica más dulce y bella.
Mi corazón- de un rojo del carmín
de sus labios- fué un juguete para ella.

Sentía no haberla visto en la vida;
la fuí a ver; me llevé una decepción:
Esa página justo estaba roída.
Y grité: "¡Menuda mierda' edición!"

La segunda ya era de carne y hueso:
Ojos negros, busto de diosa celta.
Sus labios me dieron el primer beso,
con ella pagué mi primera cuenta.

Por primera vez me quité la ropa,
ellla a nada me decía que no.
Lo entendí al quitarle la suya: "¡Opa,
éste tiene más paquete que yo!"

Conocí a la tercera tras la caja
que habita dentro de mi ordenador.
Me llevó luego a punta de navaja
a una nave cerca del "Opencor".

Dos días hace que me ví en este aprieto,
la factura del hielo asciende a mil.
Este San Valentín mi único reto
es dejar de andar como Terence Hill.

Saúl.-

viernes, 13 de enero de 2012

"El Ángel Templanza"

[...]

Entonces sí que lloré, y este llanto ya no se trataba del gimoteo de un perro vagabundo al que se le ha quitado un hueso de pollo, sino del llanto más humano de todos los llantos: aquel que llora a un ser querido.  Pero ese ser querido no era mi padre, sino que era yo mismo.  Este tiempo no había pensado ni un solo momento en mí, en mi propio bienestar, sino todo lo contrario; satisfacer mis deseos era totalmente contraproducente a contribuir a sentirme mejor.  Me puse enfrente del espejo y por primera vez me sentí feliz.  En aquel momento todo se despejó, la razón volvió a mí, ya no pensaba el ser desprovisto de voluntad propia, sino el que tiene sentimientos y conciencia, y que la usa con racionalidad, en su justa medida y con el fin de alcanzar la armonía de los sentimientos.  Sabía lo que había pasado.  Un ángel.  Había pasado el ángel Templanza, y su envoltura con sus alas hacia mí se manisfestó en un simple choque en la calle, pero no bastaba con una intervención divina, pues las lecciones se aprenden de lo humano,  y fue el recuerdo humano de amor que yo sentí hacia mi padre lo que me hizo recobrar la razón.

[...]

"El Ángel Templanza" Fragmento del libro "El Coro de los Ángles y otros relatos"
Autores: Nerea Beatove, Ana Belén Gracia, Eva María Gracia, Ricardo Lampérez, Sergio Lasheras, Pablo José Martínez, Belén Remacha, Juan Soria, Saúl Subías, Adrián Trujillo, Ángel Longás Miguel.

miércoles, 11 de enero de 2012

17-XI-2011

Aprendimos a servir a las metas
de un diccionario, a tontas y a galones,
A señoras que repudian las tetas,
lo extravagario y no aprueban canciones.

Aprendimos a loar a los timbres
de las ciudades, a mover los mapas,
situar tejados, botijos y mimbres,
los industriales, volar con las capas.

Aprendimos la vida por terceras
personas mudas, voz de la razón.
Los inquisitorios quema-rameras,
quema tetudas; falta corazón.

Y olvidamos al llegar a la edad
en la que muela, hígado y pulmón cantan
de pena, confundiendo la maldad
con las pamelas que en las tumbas saltan.

Y aprendemos otra vez, ahora bien,
nosotros mismos, que la solución
se encuentra solo en un tiro en la sien,
caer al abismo, reír el paredón.

Saúl Subías