jueves, 2 de mayo de 2013


Hoy, toca cambiar un poco.  Aquí va un proyecto, directamente lanzado a la espalda de lo que espero, sea, un provechoso verano.
...
Fachada de una casa de piedra, marco de pueblo-aldea; un banco austero pero resistente compuesto por dos tocones de madera gruesos y una losa de piedra transversalmente encima sirve de asiento a un hombre viejo recostado a su vez contra la pared. Tiene los ojos cerrados y el gesto tranquilo. A sus pies descansa plácidamente un can, que no se mueve siquiera un milímetro hasta que no aparece, a lo lejos, un chiquillo de aproximadamente diez años de edad que se va acercando hasta ponerse al lado del anciano. El perro hace un ruido agudo que hace abrir los ojos al anciano y, lentamente, mirar hacia donde está el chico, en el momento en que este se sienta a su lado en el banco.
CHICO: Yayo, ¿qué haces?
ABUELO: (Mirándole y sonriendo) Cuento pájaros.
CHICO: ¡Pero si estabas durmiendo!
ABUELO: Solo estaba con los ojos cerrados… Los contaba escuchándolos; cada uno tiene un piar diferente.
CHICO: ¿Y cuántos llevas?
ABUELO: Siete.
CHICO: ¡Venga ya! Si solo se oyen coches y el taller de Jesús, haciendo chapas.
ABUELO: Pues no te falta razón… Pero hace tiempo se podían oír muchos más.
CHICO: ¿Hace cuántos días?
ABUELO: (Riendo) ¿Días? ¡Hace cuántos años, querrás decir! (hace una pausa). Anda, ve a pedirle a tu madre dos trozos de trenza de Almudévar y vuelve, que te contaré algo.

S. Subías.-